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domingo, 3 de julio de 2011

Cancionero: "No quiero decirte adiós"



Meses de vanidades y desengaños,
culpa la sucia boca del “qué dirán”,
triste cosa arrastran los putos años;
sin querer te hice daño,
sin querer y nada más.

No me digas lo que debo decirte.
No me hagas lo que debo hacerte.
Me da en la nuca perderte,
la sangre va por la suerte
y por la avenida el dolor.

Es como estar de frente ante la nada;
sólo queda un camino por recorrer;
los recuerdos son gotas anestesiadas,
son golpes en la quijada
y este vino sin beber.

Si este gemido brota desde el silencio,
si una lágrima surge en la oscuridad,
culpa a la tibia noche de tibio sexo,
penúltimo tibio nexo
que nos queda por cortar.

El presente es este humo que nos ahoga,
el futuro es un carro que ya pasó;
qué quedó de aquello de nuestra boda
y sólo porque está de moda
no quiero decirte adiós.

Te lo cuento: "Casual"



La mariposa sobrevoló el periódico japonés unos instantes; luego, se posó sobre una foto que mostraba la tragedia de un terremoto en California.

Haikus para la cena



31
Pienso mi muerte,
entonces puedo vivir
mi propia vida.



       
32
Deberíamos
jugar más a menudo
a estar despiertos.




33
Por cada piedra
que tiro al cielo, me hago
más vulnerable.

La corchea y el oxímoron: "Costumbres argentinas"



Costumbres argentinas
Intérprete: Calamaro
Autor: Calamaro
Álbum: Costumbres argentinas
Año: 2006

Andrés Calamaro (22/08/61) aprendió a tocar el bandoneón a los 8 años y a los 17 ya tocaba los teclados en el grupo de candombe-rock Raíces, con quienes debutó discográficamente. Tras un fugaz paso por la Elmer Band, se incorporó a Los Abuelos de la Nada, la agrupación de Miguel Abuelo que grabó cinco discos entre 1982 y 1986. Compuso dos de los hits más destacados de la banda: "Mil horas" y "Sin gamulán". En 1984 hizo su debut solista, con "Hotel Calamaro". La producción de algunos temas estuvo a cargo de Charly García y Fito Páez, y participó de algunas sesiones, ya que estaba grabando su LP "Del '63" en el mismo estudio. Duramente criticado por la prensa, este disco fue casi ignorado por el público. Sin embargo, con el tiempo, sobrevivieron "Fabio Zerpa tiene razón" y "Otro amor en Avellaneda". En 1985 integró Las Ligas, la banda que acompañaba a Charly García y registró "Vida cruel". Su tercer disco solista, "Por mirarte" (1987) no tuvo demasiada repercusión, aunque se destacan el tema homónimo y el cover de "Johnny B. Goode", el clásico rock and roll de Chuck Berry. Mismo destino sufrió el cuarto álbum, "Nadie sale vivo de aquí" (1989), pese a la buena crítica de los medios. En septiembre de 1991 emigró a España, en donde fundó la banda Los Rodríguez, junto a Ariel Rot, Julián Infante y Germán Vilella. Con este grupo hispanoargentino grabó cuatro placas y consiguió mayor éxito con "Sin Documentos" (1993). Paralelamente, continuó con su carrera solista: "Grabaciones encontradas" ("Volumen 1" en 1993 y "Volumen 2" en el '94). En esta placa se incluye uno de los hits más importantes del verano '94: "No se puede vivir del amor". En 1995 compuso la banda de sonido de dos películas nacionales: "Caballos salvajes" (segundo trabajo de Marcelo Piñeyro tras su popular "Tango Feroz") y "1000 boomerangs" (opera prima de Mariano Galperín). Participó del álbum "Chiapas", a beneficio de los indígenas de ese estado mexicano, para el cual grabó el tema "Media Verónica" y regresó a los discos solista con "Alta Suciedad" (1997). Este trabajo, producido por Joe Blaney, incluye otros temas como "Flaca", y "Loco", llegando a ser considerado en España como uno de los discos más importantes del rock en español. "Honestidad brutal" es un álbum doble del '99, que tiene más crudeza que los anteriores. "El día de la mujer mundial" o "Paloma" e incluso el reciclado "Los aviones" son muestras de ello. La hiperproductividad habitual de Calamaro se plasmó en el 2000 con su disco quíntuple "El salmón". Varios años de silencio pasaron antes de su siguiente disco. Calamaro publicó varios temas inéditos y out-takes en internet, pese a la presión de la industria discográfica en contra del mp3. Pero en el 2004 se despachó con "El cantante", un disco casi acústico de canciones clásicas del repertorio latinoamericano y tres canciones propias. También en "Tinta roja" realiza una selección de otros autores, en este caso tangueros. Entremedio de esos discos, Andrés regresó a Argentina para presentarse acompañado La Bersuit. Este show, documentado en "El regreso", fue una reedición en vivo de clásicos recientes. Con "El palacio de las flores" no concretó un retorno masivo como podría imaginarse, sino algo mucho más artesanal, trabajando junto a Litto Nebbia. El  single de difusión fue "Corazón en venta". Ese gran retorno fue, efectivamente, con "La lengua popular", una colección de doce canciones que incluyen el sello de Calamaro: estribillos, poesía, letras finas, ironía, mezcla de ritmos. Sin dudas, uno de los discos más importantes del año. En 2009, la abundancia creativa de Calamaro superó lo conseguido con "El salmón": "Andrés, obras incompletas" es un box-set de seis discos, dos DVDs y un libro, que incluyen recopilaciones, inéditos y rarezas seleccionadas personalmente por el propio autor. Entre las 108 canciones sobresalen "Las cosas que me ayudan a olvidar", que había quedado afuera de discos anteriores; "Rock de la mujer perdida", cover de Los Gatos; "Bachicha", el corte difusión; "Desconfío", de Pappo; y "De la lluvia", un inédito de 1996. También se publicó una edición acotada, de tan sólo 18 temas.

Muerdo el anzuelo y vuelvo
a empezar de nuevo cada vez.
Siempre caigo en la tentación, soy vulnerable, lo sé… porque soy un ser humano… y un ser humano sin pecados no es un ser humano. Soy ambiguo, porque soy humano, tomo lo que sé que está mal y luego lo largo como brasa ardiente. Muerdo el anzuelo, justamente porque sé que es un anzuelo; para caer en la trampa, para partirme, para estallar; y luego despacito, voy juntando los pedazos para rearmarme… y empezar de nuevo… cada vez…

Tengo en la mano la carta
para jugar el juego cuando quieras.
Siempre nos guardamos un as en la manga, para cuando haga falta, para ganarla, o al menos empatarla. Cada cual va seguro por la vida con la carta en la manga, pero a veces resulta que nuestra carta es la perdedora… y ya no hay vuelta atrás. Cada vez que sacamos la carta, al mundo se le genera una deuda. Pero el humano es tozudo y sigue apostando… y el mundo se sigue llenando de dudas y de deudas…

Caminando, caminándote,
mi calle que quizás yo pueda cambiar.
La idea de todos nunca fue cambiar al mundo, ni siquiera la de aquellos personajes que tanto daño, o tanto bien, le han hecho al planeta. No me la creo. Nadie, absolutamente nadie tuvo ni tendrá la idea de cambiar literalmente al mundo, simplemente porque eso entra en el campo de la utopía, y en la utopía nada… pero nada se alcanza y nunca se llega a la meta. La idea es que el mundo se quede como está, completo y redondo como siempre. Sólo que caminando, conociendo, vemos pequeñas cosas que podemos cambiar, para bien, o para mal. Nos arremangamos y empezamos a empujar para provocar el cambio. Cada grano de arena que aporte se figura un mundo en alguna parte y lleva consigo, en su interior el secreto del universo. ¿Si puedo cambiar mi calle? No sé, quizás… pero lo que es seguro que está en nuestra naturaleza, al menos, intentarlo.

Esperando, esperándote,
costumbres argentinas de decir no.
Nada define mejor a un argentino como el tango. Igual que el tango somos pesimistas, arrogantes, resignados, autocompasivos y vivimos esperando un golpe de suerte. En estos versos, Calamaro espera, Calamaro “la” espera, sin embargo, Calamaro también es un tango y como todo tango, lleva la mochila de las costumbres argentinas pegada a su espalda… ¡Qué va a venir! ¿Quién carajo soy yo para que venga? Mejor me voy a la esquina y me tomo una ginebra…

El problema es otra vez la situación
cada vez peor del corazón;
Por supuesto que las costumbres argentinas no se quedan quietas… son como una gran bola de nieve que se va autoalimentando de los fracasos anteriores y cada vez tenemos menos esperanzas, porque las esperanzas del fracaso son tan grandes que no caben en nuestros brazos, pero es el corazón el que se lleva la peor parte.

yo camino todo y veo
cada vez que quiero y te espero.
Calamaro se define como una especie de flauner (persona que pasea, mira las cosas y reflexiona), pero a diferencia de éste, Calamaro ve sólo lo que quiere mirar… y, por supuesto, espera el golpe de suerte…

Roce urbano: "Palomas rojas"



Carteles a contramano,
a contraluz las banderas.
Brazos a contrapelo.
Ojos en contralto.
Contrachocando manos.
Voces contrarias de megáfono.
Cánticos de contrabajo.

Contraataca la furia.
en andas de los contrarios.

Contracara,
impotente
huída de la vergüenza ajena.

Desprolijas las letras en los muros.
Un rostro se repite en las remeras.
Intemperie.

Pintaremos nidos,
palomas rojas
en los pizarrones.

Malabares: "Entre costas"



Debimos permanecer más nosotros entre estas costas.
Insistimos en mareas y remolinos
pero el agua es una y desespera.

Somos de arenas distintas, mujer,
y un mismo mar nos golpea.

El paisaje elevado provoca la aspereza del agua;
y la velocidad de la espuma subleva
la arquitectura de los puentes entre nuestras costas.

Pero la resaca animal sigue allí;
jadeante y a la espera de una nueva embestida.
Tibios restos de batalla
amarrados a tu cintura y a mis manos.

Pronto olvidaremos al animal y su embestida,
a tu cintura y mis manos,
a las orillas y los puentes.
Entonces la resaca será el recuerdo de otra batalla perdida.
Y volveremos a mezclarnos inocentes
en la naturaleza de la trama
con la esperanza del humus.


Aquello alto que nos sucede
es el destino de nuestro cauce.

El río que logramos con estas orillas
es el agua que encarcela
         el tamaño de nuestra sed.